Por Arq. Mara Carmignani, Docente Especializada en Historia, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Córdoba
La Escuela Presidente Sarmiento, localizada en la ciudad de Córdoba, forma parte del conjunto educativo construido entre 1936 y 1940 por el gobierno de Amadeo Sabattini, en la provincia de Córdoba bajo el lema proselitista “agua para el norte, caminos para el sur y escuelas en todas partes” y manifiesta, claramente, la ideología imperante del momento: el racionalismo, la modernización, la máquina, la función. Su calidad arquitectónica y la contundente adopción de pautas de diseño moderno materializan la doble intención de generar hitos y educar, resignificando la forma urbana a través de productos únicos que representan e identifican a una gestión de gobierno particular.
Para cubrir la demanda de población escolar- que se duplicó en las primeras décadas del XX- se construyeron, en cuatro años, más de 120 escuelas públicas, con innovadores proyectos pedagógicos, fuertes improntas ideológicas y sólidos soportes científicos, generando o modificando espacios urbanos cualificados en la ciudad capital y en las principales ciudades del interior provincial.
Del mismo modo que las centrales hidroeléctricas y diques, hoteles y bancos, las “Escuelas Sabattini” conforman un conjunto territorial homogéneo que aúna valores sociales, políticos, culturales y técnicos a partir de una idea de modernidad que transcultura la morfología europea para adaptarla a los fines de una política local. Entre ellas se destaca la serie “de escuelas monumentales”, erigidas en la capital cordobesa: Escuela Presidente Rivadavia y Mariano Moreno, Presidente Yrigoyen, Roque Sáenz Peña y Presidente Sarmiento.
Cada una de ellas presenta resoluciones singulares pero todas comparten características similares en cuanto a su concepción, imagen y relación con la ciudad, ya que se ubican estratégicamente en esquinas de barrios representativos, contribuyendo a reforzar la identidad de los mismos e incidiendo en el significado de la forma urbana hasta consolidarse como un hito.
Si bien estos proyectos fueron desarrollados por el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba, se destaca particularmente el perfil profesional de Nicolás Juárez Cáceres, quien adhiere al movimiento moderno al mismo tiempo que propone una versión propia y apropiada a nuestra realidad local. La importancia que le asigna a la obra pública “porque permite, por su complejidad, la integración de múltiples conocimientos”, explica su activa participación desde el proyecto hasta el detalle de diseño, el cálculo estructural y el funcionamiento de las instalaciones especiales.
De la serie mencionada, cabe destacar la escuela Presidente Sarmiento, erigida en 1939 sobre Av. Roque Sáenz Peña 1211, muy próxima al Río Suquía, que constituye una original propuesta tipológica y morfológica, por el modo de implantación en esquina- sobre un terreno triangular de fuerte pendiente- y por su conformación formal- espacial, netamente racionalista y funcionalista, resuelta a través de volúmenes simples encastrados que remiten a la arquitectura moderna alemana.
Las distintas funciones educativas se expresan claramente en la fachada:los dos cuerpos que la configuran se articulan en el núcleo de escaleras, introduciendo también la rampa como un sistema de avanzada para las tipologías públicas de la época.
El carácter dinámico de sus formas, que refuerza la condición lineal y abrupta del terreno, el aventanamiento corrido y la utilización de recursos vinculados a la estética naval enfatizan el concepto de racionalismo ligado al carácter práctico y funcional de la arquitectura, con preeminencia del aspecto constructivo.
La esquina del edificio se define por la presencia protagónica del volumen curvo con iluminación vertical –evocando a la obra de Erich Mendelsohn-, que aloja la escalera y comunica los distintos niveles en los que se desarrollan los ámbitos propios de la función. El planteo funcional es claro: las aulas en los niveles superiores y los locales de apoyo a la labor educativa en el plano de ingreso.
En el otro extremo del hall central destaca la presencia de la rampa, la primera en construirse en la ciudad, que lo dinamiza y jerarquiza a la manera de “promenade architecturale” de Le Corsubier. Concebida como una escultura, su recorrido propone una aprehensión fluida y secuencial del espacio, una experiencia perceptual propia de cada usuario, de estética similar a la de formas literarias, cinematográficas o musicales.
La planta libre, el uso de pilotis, el aventanamiento corrido, el despoje de ornamentación y la calidad constructiva, propios del repertorio moderno, explicitan una preocupación manifiesta en el proyecto sobre el detalle del diseño, el equipamiento y las instalaciones.
Esta obra evidencia, claramente, cómo la modernidad reinterpetó al edificio escolar, proponiendo nuevas escalas, relaciones funcionales y morfológicas con las nuevas teorías pedagógicas. “La arquitectura escolar fue realmente uno de los temas por excelencia del proyecto de arquitectura del Movimiento Moderno, en gran medida en clave sanitarista, dirigida a un mayor contacto con el ambiente natural, con el aire y el sol, lo que coincidía con la idea de mayor transparencia espacial y la disolución de las fronteras entre interior y exterior que subyacían en la nueva arquitectura, la cual fue caracterizada en su momento por Le Corbusier como “receptora de luz y sol”.[1]
Bibliografía
[1]Ramírez Potes, Francisco. Arquitectura y pedagogía en el desarrollo de la arquitectura moderna. Revista Educación y Pedagogía, vol. 21, núm. 54, mayo-agosto, 2009. En Línea: [http://revinut.udea.edu.co/index.php/revistaeyp/article/viewFile/9779/8988]
- Año: 1939
-
Fotografías:Gonzalo Viramonte
